“No miren arriba” (Don ‘t look up en inglés) es la nueva película que estrenó Netflix en la que se problematiza el poder de las redes sociales, la banalización de ciertos acontecimientos, la calidad de la información que divulgan los medios de comunicación -sobre todo vinculados a la ciencia- y la legitimidad de acuerdos y consensos construidos socialmente a lo largo de los años.
La obra, dirigida por Adam McKay (La gran apuesta, Ant-man), se centra en un presente en el que la Tierra está amenazada por el impacto de un cometa que por su tamaño arrasaría con la vida tal como la conocemos y podría destruir la Tierra. Es protagonizada por Jennifer Lawrence, una estudiante de posgrado que descubre al meteorito, Leonardo DiCaprio, profesor de una institución de Michigan y que mediante unos cálculos matemáticos se da cuenta que el meteorito chocará con el planeta, Meryl Streep, la presidenta de Estados Unidos, Cate Blanchett, una periodista que siempre tiene más presente el show y el rating que la rigurosidad periodística, entre otros y otras figuras.
La película problematiza, desde la sátira, la ironía y la exageración de ciertos aspectos, situaciones cotidianas, preguntas que, sobre todo a partir de la pandemia de la Covid 19, están presentes en nuestras conversaciones todo el tiempo. Ya que todos los días circulan discursos en las redes sociales y en diferentes medios de comunicación que ponen en discusión la calidad de las vacunas o la existencia del virus. Al respecto, Nicolás Camargo Lescano, coordinador periodístico de la Agencia de Divulgación Científica de la Universidad de la Matanza, en su cuenta de Twitter realizó un hilo en dónde analiza que algunos ejes de la película pasan por mostrar los intereses y los conflictos que hay alrededor de la legitimidad de los discursos científicos y de cómo la prensa debería narrar este tipo de hechos:
“Quienes buscamos una comunicación responsable repetimos hasta el hartazgo no generar pánico ni falsas expectativas en los títulos. Con una noticia así buscaríamos otras fuentes, chequearíamos hasta el más mínimo detalle”.
Otro tema que plantea el film de McKay, es la cuestión sobre a quienes le damos y en dónde se encuentran almacenados nuestros datos biométricos. Lenna Garfield, estratega digital de la organización civil Access Now, afirma en su cuenta de Twitter, que hay una escena de la película en la que se organiza un evento para presentar un celular de alta gama que está completamente integrado a nosotros en todos los aspectos, sentimientos, deseos. Este móvil detecta y rastrea estados de ánimo, datos biométricos y signos vitales. Ella dice que esto no es solo algo futurista sino que este tipo de tecnologías ya existen y para evitar daños mayores o situaciones como las de la película debemos involucrarnos e interiorizarnos en estas discusiones y problemáticas.
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