Plataformas y medios de comunicación compiten por captar nuestra atención y monetizar con la difusión de publicidad que recibimos a diario gracias a los “rastros” (datos) que dejamos en línea y que son tratados bajo la injerencia de numerosos algoritmos a los que somos sometidos.
En julio de 2019, las Relatorías de Libertad de Expresión intercontinentales adoptaron la “Declaración Conjunta del Vigésimo Aniversario: Desafíos para la Libertad de Expresión en la Próxima Década” que ratifica, entre otros puntos relevantes, que el ejercicio del derecho humano colectivo a la libertad de expresión requiere de una infraestructura digital que sea robusta, universal y cuya regulación garantice que permanezca siendo un espacio libre, accesible y abierto para todas las personas.
En la “Era de la información” -que, en particular, nos abordó abruptamente desde marzo de 2020- resulta más que apropiado el postulado de esta Declaración que insta a proteger esa misma infraestructura digital conformada tanto por las personas como así también por los medios de prensa tradicionales -gráfica, televisiva y radial- y por las numerosas plataformas e intermediarios virtuales tales como Instagram, Google, Twitter, entre otros.
Prensa y plataformas se constituyen en actores de una guerra fría en la que utilizan Inteligencia Artificial (IA) para perseguir un objetivo central: captar nuestra atención y monetizar luego con la difusión de publicidad que recibimos a diario en nuestras cuentas virtuales gracias a los “rastros” (datos) que dejamos en línea y que son tratados bajo la injerencia de numerosos algoritmos a los que somos sometidos.
¿Pero qué es la IA? Si bien al día de hoy no se ha logrado consensuar una única definición a nivel mundial, la Relatoría Especial sobre la promoción y protección del derecho a la libertad de opinión y de expresión de la ONU la define como una «‘constelación’ de procesos y tecnologías que permiten que las computadoras complementen o reemplacen tareas específicas que de otro modo serían ejecutadas por seres humanos, como tomar decisiones y resolver problemas».
Así, para bien o para mal, la IA es utilizada por las plataformas en la moderación automatizada de los contenidos a los que accedemos en línea. De igual forma, las empresas de medios de prensa gráfica, televisiva y radial han comenzado a emplearla en sus redacciones.
¿El periodismo será reemplazado por la IA o la IA lo complementará?
Es un gran interrogante todavía sin definición, aunque es posible visualizar un horizonte. En esa «guerra fría» en la que participan la IA, las plataformas y los medios de prensa, se destaca una avanzada precarización laboral de quienes ejercen el periodismo profesional, lo cual desde luego repercute en la mediocridad del contenido noticioso que abusa de los «títulos anzuelo» para que haya más clics y más ingresos por publicidad (clickbait). A modo de ejemplo, según el SIPREBA el 86% de quienes ejercen periodismo freelance tuvo un promedio de ingresos por debajo de la línea de pobreza entre enero y abril de 2021.
¿Cómo incide y se utiliza la IA en el ejercicio de la profesión periodística?
Un informe emitido en enero de 2021 por el Instituto de Reuters para el Estudio del Periodismo de la Universidad de Oxford sobre Periodismo, Medios de Comunicación. Tendencias y Predicciones de Tecnología 2021 demuestra algunos ejemplos prácticos. Por ejemplo, el medio peruano Ojo Público ha creado una herramienta llamada «FUNES» (en honor al «memorioso» personaje creado por Jorge Luis Borges) para detectar patrones de posible corrupción en contratos del Gobierno. Por su parte, la BBC ha estado testando un chatbot para responder preguntas sobre el coronavirus usando su propia información y la agencia de noticias Reuters usó tecnologías que convierten audio en texto.
La contracara que arroja este informe es que muchos medios pequeños no tienen el dinero para invertir en investigación y desarrollo o para pagar a científicos de datos y por eso temen quedarse atrás. El 65 por ciento de los encuestados siente que los medios grandes se beneficiarán más que el resto.
¿Qué opinan periodistas y editores/as?
Desireé Jaimovich1 cuenta que hay «redacciones que emplean sistemas automatizados para escribir cables con resultados de partidos de fútbol o información financiera» y, por tal razón, cree que se «emplearán cada vez menos personas para levantar cables o hacer notas de actualidad, ya que muchas de estas tareas serán hechas por robots, incluso la conducción de programas». En relación a la moderación automatizada de contenido, cree que «a medida que se mejoren estos sistemas de aprendizaje automático se requerirán cada vez menos humanos para trabajar» en esa función.
Por su parte, Ariel Torres2 considera que el uso de IA es muy útil en la profesión periodística pero si bien sistemas como GPT3 -utilizado por el diario The Guardian3– pueden escribir, destaca que esa clase de sistemas «no saben que están escribiendo» ya que «son algoritmos desencarnados, sin conflictos, sin el fantasma de la muerte, sin consciencia alguna; son la simulación de la escritura».
Anna Vissens4 destaca que fue un editor humano quien revisó el artículo escrito por GPT3 y publicado por The Guardian, aunque aclaró «que no fue muy distinto a editar un texto redactado por un humano».
En la «guerra fría» que se libra entre el periodismo en línea y las plataformas que utilizan IA, se destaca el caso que nos comentó la periodista Samya Ayish5 relacionado al Dr. Abdulbari Atwan, un conocido periodista palestino, cuya página de Facebook fue suspendida muchas veces solo porque ese periodista publica constantemente sobre ese Estado. Por eso afirma que «la IA nunca será objetiva mientras los datos sean alimentados por humanos» y teme que «la libertad de expresión esté en manos de las empresas de tecnología que gestionan estos algoritmos» ya que «los gigantes tecnológicos nunca querrán apoyar la libertad en absoluto, porque tendrán que pensar en el mercado y el elemento comercial».
¿Cómo evitar que se acabe con el derecho colectivo a la libre expresión y pensamiento?
El avance irremediable de la IA en la moderación de contenido en línea necesariamente debe ser acompañado por los Estados a nivel regional y mundial a fin de garantizar el respeto del derecho humano a la libertad de pensamiento y expresión.
Para ello será necesario armonizar las legislaciones estatales a fin de consensuar a nivel regional estándares técnicos y jurídicos mínimos que garanticen el desarrollo de la IA y su confluencia con el derecho humano colectivo a recibir, investigar y difundir información.
Es clave también que se contrarresten los abusos de posición dominante que ejercen ciertas plataformas multinacionales como así también los medios de prensa digitales atento al serio impacto social que a partir de ello genera la IA en la difusión de contenido en línea. A modo de ejemplo, toda plataforma virtual que desarrolle actividad en un país determinado debería elaborar y presentar un estudio previo de «impacto ambiental algorítmico», transparentando el funcionamiento de su IA en la moderación de contenido en línea y de sus posibles incidencias en la población, particularmente en períodos electorales.
La equidad y justicia en el ejercicio de los derechos a la libertad de expresión, el acceso a la cultura y goce de los avances científicos que imparten los Tratados internacionales de DDHH, deberían ser la brújula que guíe el final de la «guerra fría» entre plataformas, medios de prensa y la IA.
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