Vivimos en un mundo donde el extractivismo de la materia prima de la economía digital, los datos, comienza a localizarse en los mismos paraísos fiscales de antaño. Las corporaciones globales de la economía digital han generado un descalabro que evidenció la necesidad desesperada de regulación. ¿Cuáles son los debates internacionales entre corporaciones y Estados?
Es indudable que nos encontramos en un momento coyuntural donde, poco a poco, luego de años de somnolencia, los Estados están abriendo los ojos ante el descalabro económico que han generado las corporaciones de la economía digital: una concentración de poder, dinero, e información sin precedente en la historia. Vivimos en un mundo de big data , con pocos datos para afinar y producir políticas públicas de calidad; un mundo donde los que deberían pagar más impuestos, evaden transfiriendo a paraísos fiscales y con artimañas locales que llevan, en algunos casos, a no pagar impuestos locales por años ; un mundo donde el extractivismo de la materia prima de la economía digital, los datos, comienza a localizarse en los mismos paraísos fiscales de antaño, volviéndose paraísos de datos no alcanzados por la legislación local, dando un tratamiento inadecuado a las mismas, desarrollando tecnologías sin medir las consecuencias en términos de impacto social o de privacidad, entre otras.
Este mundo evidenció una necesidad desesperada de regulación. La normativa de la Unión Europea en materia de inteligencia artificial fue un puntapié, pero la siguen otros esfuerzos locales en términos de pago de impuestos1, regulaciones laborales o normativas de protección de datos personales. China, por ejemplo, comenzó a discutir recientemente una nueva normativa que va en esa dirección y el gobierno de Xi Jinping busca, entre otras cosas, limitar el mercado de pagos a través de billeteras virtuales y empresas fintech a fin de poder hacer inclusión financiera desde la banca pública . La regulación de la economía de plataformas viene ganando terreno trastabillando y sin resultados contundentes aún, pero los fallos, regulaciones y negociaciones vislumbran un descontento y una necesidad de darles protección a los trabajadores. Las leyes de protección de datos comenzaron a florecer: reformas de las antiguas normas y regulaciones nuevas, como la norma brasilera , en aquellos países que carecían de una. Requerimientos de presencia comercial, de localización de datos y la gran pregunta: ¿Cómo regular la caja negra de los algoritmos?
Se comienza a ver a las empresas en el banquillo de los acusados y Estados Unidos citó a declarar a sus CEOs a fin de que den explicaciones a la sociedad . Los dueños de la economía digital se ven acorralados y expuestos. Saben que, en definitiva, los Estados siguen teniendo el poder. Por eso la estrategia superadora debe ir a instancias supranacionales.
La presencia de lobbys corporativos en las organizaciones internacionales se hace cada vez más evidente . Cenas y reuniones financiadas por las propias corporaciones, acuerdos escritos por los abogados que los defienden en cortes locales y una agenda de “comercio electrónico” en la Organización Mundial de Comercio (OMC) que muestra cómo la desregulación de la economía digital, donde se impone la regla de la incapacidad de poner reglas a nivel local, son moneda corriente en las negociaciones. Estas negociaciones siguen vigentes hace años y el último freno lo encontraron ante la coalición de países africanos, con Sudáfrica a la cabeza2, en la Reunión Ministerial que se celebró en Buenos Aires en 2017, con un gobierno argentino que estaba dispuesto a negociar lo que le mostraran en la mesa. Este año, la Ministerial será en Ginebra a fin de año y las corporaciones se encuentran haciendo un lobby bestial frente a una coalición africana debilitada a fin de lograr aprobar por fin la normativa plurilateral de economía digital.
Lo cierto es que la burocracia que vive en Ginebra poco sigue las tendencias de los gobiernos de turno y frente a los lobbies corporativos y las fastuosas cenas sólo queda aceptar las promesas de futuros tecnológicos sin consultar la dirección económica que se está llevando adelante de forma local: en efecto existe una disociación en muchos países entre aquello que se negocia y la voluntad política de turno. Por citar un ejemplo, el gobierno del ex presidente de Uruguay, “Pepe” Mujica, estuvo negociando activamente el acuerdo de servicios TISA que buscaba desregular toda la economía de servicios mundial, y sólo cuando el movimiento sindical junto con los movimientos sociales y políticos iniciaron una campaña nacional exigiendo que el país se retire de la negociación, fue que Uruguay cambió su parecer y abandonó la negociación .
La OMC y los tratados de libre comercio y bilaterales de inversiones parecen ser un ámbito propicio para imponer reglas supranacionales. En efecto, lo que allí se escribe no es fácil de borrar, tiene protección en Cortes internacionales y son normativas que exigen a los países adecuar sus normativas nacionales a los estándares allí firmados. Un ámbito ideal para torcer el brazo de aquellos reguladores que tanto intentan poner un poco de orden y redistribución a la gigantesca acumulación de capital que han tenido las grandes corporaciones digitales.
La ONU no es ajena al debate: indudablemente se plantea la necesidad de una gobernanza global que regule el asunto, ponga orden y, por qué no, declare los servicios digitales “ servicios públicos globales” . Hoy día, los mapas de Google Maps son prácticamente un servicio esencial para movilizarse por las ciudades, encontrar direcciones y recibir información que utilizamos a diario, y ese poder sólo lo tienen por la concentración de datos: casi se podría decir que son monopolios naturales. Efectivamente el hecho de que todos usemos el mismo servicio es lo que lo hace tan eficiente. Como todo servicio público, el monopolio natural es el modelo de mercado que presentan y por ende necesitan mayor regulación y presencia del Estado, garantizando acceso y reparto de beneficios para todos y todas.
Así, en 2020, la ONU inició un proceso para generar un organismo que emita recomendaciones y analice la economía digital de cerca. Ya venía haciendo un foro de discusión a través del IGF , pero esto prometía ser un organismo de expertos que comenzarían a trabajar en pos de una nueva economía digital.
Pero no todo es color de rosas y está claro que las corporaciones no se iban a quedar de brazos cruzados mirando cómo las naciones del mundo se unían para regularlas. La presidencia del organismo se decidió y el asiento lo ocupan Melinda Gates, presidenta de la fundación Bill y Melinda Gates y ex mujer de quien fuera el dueño y fundador de Microsoft, y Jack Ma, presidente y creador del gigante chino Alibaba Group y de todas las empresas asociadas a la misma, como Ant, empresa que maneja los medios de pago en una suerte de Mercado Pago a la oriental.
A simple vista, parecería ser que las empresas reconocen que aún no han ganado la batalla liberalizadora de la economía digital y la impasividad gubernamental que se vivió hasta el momento, se ha terminado, dando lugar a una oleada reguladora cuya contraofensiva sólo puede desarrollarse escondiéndose en paraísos, y peleando nuevas formas de regulación supranacional ocupando aquellos lugares que pueden torcer el brazo de los reguladores.
La batalla no terminó. Aún como ciudadanos tenemos el poder de exigir y de velar. Aún nuestros debilitados Estados están frente a un mundo que puede ser distinto y un capitalismo digital que puede ser diseñado por y para todos.
Informarnos, difundir, debatir y soñar una economía digital para todos y todas es lo que nos toca para no caer en una sociedad de control y un capitalismo digital concentrado, máquina de exclusión y concentración de poder. Más información para el pueblo es más democracia y más redistribución para todas y todos.
0 comentarios
Trackbacks/Pingbacks